Transiciones que van de lo visible a lo que no se ve
de lo definido a lo difuso
de lo móvil a lo inmóvil
de lo que se reúne a lo que se dispersa
de lo espaciado a lo denso
(y que se espacia de nuevo
no tarda en juntarse
móvil
definido apenas).
Las cosas se vuelven evanescentes.
Avanzan, se retiran,
entre lo denso y lo ligero.
La tinta se vuelve transparente.
Hay un ritmo que sigue latiendo,
dentro y fuera,
envolvente, atmosférico,
que apenas se deja ver.
Entre nubes de partículas las cosas aparecen y desaparecen en un magma de interrelaciones.
No existe la substancia por sí misma, sino algo pequeño que vibra,
inestable e interdependiente,
que va creando mundos.
Como gotas de agua que reflejan cielo y tierra,
todas las partículas participan de la misma danza
transparente e inaudible.
Interactúan, se reflejan unas a otras,
se contienen, se transforman,
acogen a las demás,
Todo está en relación.
Reflejos de luz en el agua.
La tinta negra está en retroceso.
El pincel se impregna de la luz cálida de primavera,
con sus tonos y veladuras,
sus ritmos y colores.
Una nueva vibración invade el papel.
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Copyright © 2018 Ruth Castilla Mora, All rights reserved